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Hibis, una adolescente resentida con su padre ausente, debe mudarse con él al final del día. Mientras espera ansiosamente aparece ante ella Otecito, el oso de peluche que su padre le regaló antes de partir. Otecito la lleva a un mundo alterno, mostrándole objetos que le recuerdan a su padre. Hibis ignora al oso entre las cajas pero este insiste buscándola y cae erróneamente dentro de una. Hibis siente culpa y entra en ella para salvarlo. En la caja se perdonan y Otecito la deja ir. Hibis vuelve a su mundo, recoge a su viejo oso y se va.

Sobre Otecito

Motivacion por Nathaniel Pacheco

El “cambio” referente a una mudanza es una temática que trabajo año a año porque me atraviesa de una forma directa. Soy venezolano y me mudé a los 13 años a Bogotá, Colombia, porque mi padre había cambiado de trabajo. Cerca de la fecha de mudanza mi abuela murió y era la primera vez que me enfrentaba a la muerte de un ser cercano. Para mi fue imposible desligar la sensación de mudanza con la sensación negativa que implicaba no volver a mi abuela, esto generó en mí una predisposición negativa hacia el llegar a Colombia. Ya en Colombia no pude adaptarme con facilidad ya que no entendía los estándares sociales de la sociedad rola, sus códigos e incluso 

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al hablar no se me entendía por las diferencias de acento. Este suceso fue años antes de la gran emigración venezolana así que tampoco pude acercarme a gente que me resultara familiar en costumbres y cultura. A raíz de esto me mudé nuevamente a Venezuela con mi madre al cumplir los 16 años, con el sentimiento constante de “¿estaré cometiendo un error? ¿Me dañé mi futuro?”. A pesar de esto seguí adelante, volví, terminé el secundario y a los 17 consideré irme con mi padre que fue transferido a Buenos Aires, Argentina, por la situación sociopolítica decadente que estaba atravesando Venezuela. Moría de temor al tener que atravesar la elección de salir de mi zona de confort por un futuro mejor o quedarme en una Venezuela que parecía no apuntar a ningún lado, la sensación de miedo e incertidumbre que atravesó mi cuerpo al irme a Bogotá volvía a hacerse presente. Finalmente decidí ir a Buenos Aires, lugar donde me adapte mucho mejor a la cultura y cambié mi forma de ver lo que me rodea. Esto no fue de un día a otro, se fue cocinado a fuego lento, pero la mayor certeza que tengo es que conforme me fui amigando con la idea de que todo cambia la ciudad me fue abriendo sus puertas hasta el punto donde hoy en día me siento más en mi casa acá que en cualquier otro lugar del mundo. Cambios constantes, de mayor o menor tiempo e intensidad pero cada uno de ellos dejó una marca en lo que soy hoy. Por eso considero que es un tema que me viene acompañando a lo largo de la carrera y mi vida.

Creo en el poder de la iteración, crecer en el retrabajar y revisitar las temáticas, las sensaciones y las memorias, por eso considero que como cierre de mi travesía a lo largo de está carrera no podía haber otra temática posible. La riqueza que he conseguido en “el cambio” como tema es que cada vez que la visitó consigo cosas nuevas, nuevos puntos de vista, nuevas experiencias en otras personas, en mí mismo y diversos temas que se entrelazan con el tema para enriquecer y complejizar.

Mi motivación son todas aquellas personas que atraviesan una mudanza que los saque de su zona de confort, sea de gran magnitud como Caracas a Hong Kong o más chica como de Buenos Aires a Córdoba. El sentimiento de enfrentarte a una nueva cultura donde aquelloque veías “rojo” todo los días hoy resulta ser “verde” es difícil, otras formas de hablar, otras formas de pensar, otras formas de querer. Derribar tus costumbres y abrirte a recibir nuevos puntos de vista es un proceso complicado pero sumamente enriquecedor, sin importar larazón por la que cada uno haya partido. Está historia es para ellos.

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-Nathaniel Pacheco, director

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